Guadalupe Castañares
Hurgando en las consejas populares, esas que transmiten la
verdad a ciegas “soy claridosa” dirían algunas; “yo no tengo pelos en la
lengua” sostendrían los más. Aseveran que la neblina del conformismo y de
Xalapa ha ido palideciendo la identificación de las calles del barrio, de la
colonia, ya se dice “ahí por donde viven Los Monos”, “por Los Ostioneros como
quien tuerce”, “¿te acuerdas dónde estaba La Luna, la pulquería?”, “ándale ahí,
por El Arbolito, por la tienda de don Juan”
¿Y usted hubiera preferido que ganara un gato? Preguntaban
los antagónicos a Morris, el candigato; pos claro que sí, prefiero un gato que
me sirva a una autoridad que me mande. Respuesta por demás sesuda que admite
vanos asegunes.
¿Pero a qué viene este monólogo sin sentido aparente? Bueno
a que este blog ha sido persistente en señalar la irreverencia a nuestros
mártires –no cualquiera se puede ufanar de la existencia de mártires a quienes
venerar-, de aquellos que han dado nombre a la mayoría de nuestras calles.
¡Equivocaron los nombres de dos de ellos! ¿Cómo es posible? Es como si al
preguntar cómo se llama la calle de la Prepa Juárez, contestaran “Maximiliano
Juárez” ¡Hágame usted el regrandísimo favor!
¿Y a quién le interesa? Sí, acertó. A nadie. Al fin que ya
murieron los que podían reclamar o los que tuvieron la idea de tomar sus
nombres y preservar su memoria en dos calles.
Entendemos, a nivel de prole, que se imponen los nombres a
las calles para saber por dónde anda uno “Andador 20026”, “Retorno
Crisantemos”, “Boulevard de los Sueños Rotos”. “Honrar honra”, dice el refrán y
dice bien, por eso cuando a una calle se le coloca el nombre de una persona,
normalmente lo hace como una distinción por méritos personales o para recordar
su sacrificio.
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Ignacio Viveros Cortés. Nombre correcto del mártir, a quien le fue arrebatada la vida el día 28 de Agosto de 1924 a la edad de 17 años. Al paso del tiempo su nombre fue cambiado. |
O sea que se trata de un reconocimiento. De un no olvidar. Y
vaya que aquí en San Bruno se consiguió con los Mártires… bueno, casi se
consiguió porque faltaron dos, Teodoro ó Isidoro Avendaño, Ignacio ó Vicente
Viveros. ¿Y después de cuántas generaciones nos damos cuenta de este error?
¿Cómo les podemos exigir a las autoridades pulcritud si en nuestra casa, barrio
o colonia no la tenemos?
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Isidoro Avendaño García. Nombre correcto del mártir, a quien le fue arrebatada la vida el día 28 de agosto de 1924 a la edad de 25 años. Al paso del tiempo su nombre fue cambiado. |
Retomando lo de arriba. No es que queramos un gato que nos
sirva, ni tampoco una autoridad que esté allá, hasta allá. Más bien algo
próximo para que nos haga caso.
¿Una marcha, una manifestación? Pos a lo mejor un plantón a
la entrada del cementerio donde se encuentran los restos mortales de nuestros
Mártires y de don Delfino Victoria o velar en rededor de La Antorcha a la luz de la luna de octubre.
¿Pero qué es lo que queremos en realidad? Planteémoslo con
claridad y seriedad.
Notoriedad. Tenemos la percepción de que el barrio de San
Bruno ya no es Xalapa, que hace tiempo que dejó de pertenecer a tan importante
región. Que la gente de razón rehúye nuestra presencia.
Pertenencia. Pareciera que nosotros nos conformamos con
decir que nuestros padres son de allá, sin faltar quienes se avergüencen del
barrio porque los pueden confundir con nacos, han de preferir ser aztecas,
“chilangos o sea.”
Certeza. Si observamos con cuidado nuestro entorno nos
percatamos de la solidez de los hechos concretos de la historia en el barrio,
es tangible el avance, el “sí se puede” ya ha sido superado por la seguridad de
que la colonia existe, que su gente está viva y ansiosa de continuar su tarea y
que los límites ahí están para seguirlos superando.
Elección. La oportunidad de formar parte de los Mártires ya
pasó, nos queda escoger entre el olvido y el honrar.
En consecuencia, si somos del barrio y buscamos preservarlo debemos realizar acciones notorias, dándole certeza a lo que honramos.