Ignacio Lara Hernández
Vista de la Congregación del Molino de San Roque (Hoy San Bruno). |
Uno de los lugares más
recordados por los antiguos
extrabajadores de la fábrica de
San Bruno, es el lugar conocido como “La
Bolsa del Diablo” ; o simplemente “La Bolsa”. Cuenta la historia oral y
escrita, que cuando los facinerosos emprendían
la retirada y llevaban a los “Mártires del 28 de Agosto de 1924” en camino hacia su tumba en Plan de
Naranjillo, pasaron por el punto conocido como “La Bolsa”, lugar en el que un chamaco de nombre Herón Pérez salió a ver que sucedía,
y fue en ese preciso momento en el que fue tomado prisionero.
“La Bolsa” era un lugar anexo a la Fábrica de San Bruno,
donde la inmensa mayoría de los obreros de aquella época vivían con sus familias.
Era un patio formado por un grupo de
aproximadamente 50 casas construidas en
dos niveles, en el que las familias de los obreros compartían espacios comunes; por tal motivo muchos jóvenes de aquellas épocas entrelazaron sus vidas. Muchos descendientes de los
antiguos obreros, nacieron y crecieron en “La Bolsa”.
El Sr. Urbano Hernández Ruíz nació en 1927, en el corazón del Barrio de San Bruno, precisamente en el
lugar que ocupaba “La Bolsa”;
patio anexo a la fábrica de San Bruno. Indica Don Urbano que el acceso al patio
se encontraba frente a la Hacienda Molino
de Pedreguera, como a 50 metros de
su entrada principal, rumbo a la Represa.
Todavía recuerda con mucho cariño, la guitarrita que le regaló el que fuera
líder del Sindicato Textilero de San Bruno en aquellos años , el Sr.
Melquiades Ruíz; cuando Don
Urbano vivía con su familia en el interior de este enigmático lugar. A
pregunta expresa del por qué le llamaban
“La Bolsa del Diablo” , el Sr. Hernández Ruíz señala que así le llamaban al lugar anexo donde vivían
los trabajadores de las factorías; y del
diablo, fue porque así le
apodaban a un personaje que vivió en ese lugar.
Sr. Urbano Hernández Ruíz |
Don Raymundo Carranza Aburto
nació también en “La Bolsa del Diablo”, y recuerda con mucho cariño aquellos años maravillosos
en el interior de aquel patio de
vecindad. El Sr. Carranza señala que al
pasar el tiempo, la fábrica de San Bruno tuvo ampliaciones importantes y fue
necesario desalojar el lugar.
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