GRANDES MISTERIOS DE SAN BRUNO
EL NARANJO, LA MADRE TIERRA.
Domingo
28 de julio de 2014
Esteban
de Jesús Aparicio
Isaías
Quiroz Hernández
Inocencio
Castañares
Es
un lugar común señalar que fue en Plan de Naranjillo perteneciente al municipio
de Tlalnelhuayocan, Ver., donde fueron sacrificados quienes a la fecha
identificamos como los Mártires del 28 de
agosto de 1924. Sin embargo, el equipo de redacción de este blog, hilando
versiones en el mismísimo lugar de los hechos, fue develando el misterio hasta
poder concluir que fue en El Naranjo, punto correspondiente al ejido San
Antonio Hidalgo de la citada municipalidad, donde nuestra amorosa madre tierra
abrió sus brazos para recibir los castigados restos mortales para prodigarles
el descanso eterno.
Podríamos
decir que iniciamos nuestro recorrido en la confluencia del vetusto edificio de
lo que fuera la Fábrica de Hilados y Tejidos de San Bruno y la Represa de San
Bruno. Andando sobre la calle Fernando Gutiérrez Barrios, reconocemos a la Escuela
Primaria Federal Jesús Reyes Heroles, Escuela telesecundaria Rafael Hernández
Ochoa; recordamos que el local que ocupa la biblioteca municipal, era la
escuela primaria de la fábrica todo era terreno de ejidatarios. El que no
quería ir a estudiar a San Bruno venía a este lugar como el caso de don Esteban
Cabrera.
Nos
precisa Isaías, nuestro guía, por las señas que le damos, por este vía transitaron
hacia su cadalso los mártires. Aquí ya estamos en Tlanelhuayocan, se conoce
como camino a San Andrés, en el Pipincal cruzaban una vereda que va para San
Antonio. Ya estamos en el Plan de Naranjillo menos de media hora, 20 minutos,
en carro.
Para
el vecino de estos lugares es un camino árido a pesar de la exuberante
vegetación, pero para nosotros está lleno de historia, era figurarse el
martirio cargando. Calcula nuestro operario un tiempo de alrededor de una hora
y más.
Don
Feliciano Martínez Flores y sus familiares atestiguando el dicho.
|
Valió
la pena la primera entrevista con don Feliciano Martínez Flores, de 83 años de
edad, rememora la leyenda contada por los viejos, que los obreros quedaron en
el panteón Palo Verde y de ahí al antiguo, ambos en Xalapa, pero no oyó que los
hubieran enterrado acá. A los de Plan de Naranjillo que les tocó la balacera recuerdan
que se alertaban entre sí, que corrieron a esconderse en una casa vieja de
piedra, por la fábrica, Fue temprano, como a las 11 o las 12.
Demetrio Martínez Olivares en su reflexión |
La
señora Rafaela Cabrera García asentando la verdad que le fuera transmitida y
vista por ella misma.
|
Doña
Rafaela Cabrera García, con 79 años de edad a cuestas, nos hizo imaginar una
historia paralela a la oficial. Primero nos preguntó ¿será los que dicen que
está por Xoloxtla? Agregó que sus ancestros platicaban que los asaltantes
salían del ejido de San Andrés Tlalnelhuayocan, que fueron los que sacaron de
la fábrica y los vinieron a matar acá, en Dos Caminos en unos árboles de
Pepinque ahí estaban las cruces, “a mí nada más me tocó ver las cruces, era
potrero de Tiburcio Acosta, después propiedad de José Escobar que vivía en
Carrillo Puerto en Xalapa, ya murieron”, precisamente era el camino a la
madriguera
En
un marco apacible los pipinques, ávidos de ser reconocidos como parte de la
historia.
|
¡Aquí
fue! Señala Jesús Acosta Valencia sin lugar a dudas.
|
La
idea anterior fue corroborada por Jesús Acosta Valencia, “decía mi papá Valeriano
Acosta, que en el terreno de Atenógenes Teoba habían colgado a los Mártires y
los demás fueron en la mesilla grande. Ahí estaban las cruces, y aparte los
otros que estaban por Mesa Grande, donde fue la mera matazón aquí nomás
quedaron dos. Quién sabe si eran jóvenes, yo nomás vi las cruces pegadas a los
árboles donde los guindaron como tenían cerca sus madrigueras los vigilaban
para matar a quienes se los quisieran llevar hasta que se cayeron a cachos,
estuvieron como 15 días. Fue muy escandaloso.”
“Eran
dos cruces –refiere Jesús- en sendos pepinques o pipinques, del camino a
Xoloxtla. Venían a ponerles veladoras en estos árboles cada año. Lo se bien
porque por aquí pasaba yo a la escuela. No conocí a los familiares. Se decía
que espantaban que se quejaban, yo nunca escuché nada y pasé muchas veces.
En
tanto que su abuelo Santiago Acosta Reyes, por cierto cornetero, comentaba que
los fabricantes eran asaltados constantemente por eso el gobierno los armó para
defender la fábrica y para que también apoyaran a los soldados. Cuando vino la
balacera y entraron los rebeldes él se metió entre todo lo que había de madera y
ahí se quedó tirado hasta que escuchó cuando terminó. Del asalto suponía era
por el poder, por tantas gavillas que disputaban la supremacía.
Tiburcio
Acosta Reyes, hermano de su abuelo, narró en su momento que les robaron un par
de caballos dos soldados cuando estaba con un hermano, los siguieron antes de
llegar a Coapexpan, por el terreno de Benjamín Sánchez, pidiéndoles los
caballos porque los ocupaban para trabajar, negándose y armándose de valor los
atacaron los hermanos dando muerte a uno, en tanto que el otro se hizo el
muerto, yendo a dar parte.
Como
los buscaban a ellos para matarlos, habló con el general Arenas y le dijo
“vente con nosotros acá no te pasa nada, allá que suban a buscarte los del
gobierno” era de los revolucionarios con gente a su mando. Finalizado el
conflicto el general Arenas le dijo “Mira Tiburcio ya se terminó todo, ya no te
va a pasar nada, ya no te van a buscar, hay mucho ganado el que tenemos aquí,
hay dinero en esos cajones, llévate el dinero y el ganado que quieras”, así hizo
y aquí compró mucha tierra, además en Mesa de Gómez tenía 85 hectáreas. Siempre
sostuvo que los asaltantes defendían la tierra todavía de parte de los
zapatistas, se cree que robaban sólo a los ricos.
Familiares
de los mártires por acá no hay, eso es un hecho.
¡¡¡¡¡P O R F I N!!!!! LA GRÁFICA ILUSTRA CON LA
CLARIDAD DEL SOL.
Gregorio
Ramírez Acosta ¡Éste es el lugar, no hay otro!
Aquí es. Así de simple como el famoso
“Eureka” de Arquímedes de Siracusa. No, no estamos haciendo gala de una falsa
erudición, sólo hacemos una pequeña comparación del hallazgo sumamente
importante para nosotros. La siembra nos grita ¡No fue inútil el tiempo del reposo
para tomar fuerzas hacia la eternidad! Ahí está, como si esperara el tiempo
justo para entregar su secreto. No espantan. Sí descansaron. Loor eterno.
Gregorio Ramírez Acosta, nacido en Xoloxtla, registrado en
San Andrés Tlalnelhayocan, de 76 años de edad, ejidatario.
Es
un terreno con milpa, en loma, árboles al fondo. La descripción, inútil, lo
valioso el descubrimiento, entre el lindero de un tal Miguel y de don Santos. En
el bordito del lindero es gráfico al señalar el lugar, “En ese tiempo no era
como hoy, no eran tierras en común, no había cercas y hasta sin caminos bien
definidos ¡qué trabajo les iba costar masacrarlos! Y cómo no recordar este
lugar, si los restos los vinieron a traer los fabricantes según la tradición
oral. Antes venían los obreros cada 28 de agosto a recordarlos, pero ya tiene
mucho que no han venido. No, no miento, me consta porque vi el homenaje que les
hacían acá.”
El Naranjo, del ejido San Antonio Hidalgo dentro
del municipio de Tlalnelhuayoyan. Arrancado a la hacienda La Orduña de
Coatepec.
“Sí,
también oí de los colgados, hasta hace pocos años quitaron las cruces, o
dejaron de ponerlas, venían familiares tal vez ya no hay. Seguramente no eran
de por aquí y no tenían nada qué ver con los mártires.” Una confusión histórica
más.
Los
hechos ahí quedan para su escrutinio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario