El barrio de San Bruno en Xalapa, es una publicación que pongo a su disposición a partir del mes de Septiembre del 2012, con la intención de dar a conocer la riqueza social, cultural e histórica que el barrio de San Bruno brinda no sólo a la Ciudad de Xalapa, sino a todo el estado de Veracruz..
Mención aparte merece la extinta Fábrica de San Bruno, donde se dieron toda una serie de hechos sociales, en los que hoy por hoy constituyen nuestro máximo legado histórico que dieron nuestros obreros textiles; por pocos conocida y ocultada por los intereses trastocados.

domingo, 8 de febrero de 2015

Los Villa, de la Cultura del Esfuerzo.

Por RODOLFO DÍAZ VILLA

¿Por qué los Villa? En realidad no lo sé, incluso hasta en la escuela y en el trabajo me llaman igual, no me sorprende que sea en el barrio, así conocen a mis padres y a mis hermanos, pero fuera del terruño es increíble. Mi padre y mis tíos no llevan el apellido Villa, pero ay de aquel que dude que sean de los Villa. Pero todos estamos contentos con formar parte del linaje de “LOS VILLA”.


Rodolfo Díaz Villa.

Oriundo del barrio, Francisco Moreno fue testigo de mi nacimiento (la calle claro), aquí transcurrió mi infancia y así seguirá.

No puedo –ni quiero- apartar de mi memoria los trabajos que pasaba para limpiar mi tambor, la satisfacción de limpiarlo hasta que causara envidia, la sensibilidad que había adquirido para estirar parejo el cuero, el cual además de estar debidamente estirado debía tener la flexibilidad necesaria para tocarlo y se oyera bien.



Con cierta condescendencia me apuraba mi padre, “ya ves eso querías, te dije que el tambor era pesado”.

Y sí, en plena juventud, alrededor de 1978, ingresé a la fábrica de San Bruno sobre todo para pertenecer a la banda de guerra, Silverio Díaz Salas, mi padre, era el sargento de esa institución, lo acompañaba yo a la famosa “escoleta” o sea la práctica o entrenamiento o ensayo para sus eventos. Esa era mi inquietud y afortunadamente cumplí mi anhelo porque recién llegado me enlisté ahí.



Tradición obliga. Fue un “seguir la línea” familiar, pero más por gusto, me sentí muy orgulloso de pertenecer a la banda de guerra del sindicato de la fábrica textil de San Bruno y aún lo disfruto. Mi abuelo Miguel Díaz Lima, fue el primer bandero de la familia.


Tuve la fortuna de conocer dentro de la factoría, ya como aprendiz, al maestro Manuel Aparicio, aunque vecino de la casa no era lo mismo ya como instructor y sobre todo de un gran nombre. Debo reconocer, sin embargo, que sólo hubo enseñanza a fondo en tres lugares: batiente (es el primer paso de preparación de hilados, de ahí salía un velo, un rollo de algodón o de poliéster, ya todo limpio), las cardas (el siguiente paso donde se iba purificando el velo citado y salía lo que se conocía como el pabilo) y estiradores (donde se hacían las mesclas de algodón y poliéster), válgase decir que en este recorrido iba saliendo el pabilo ya muy delgado y esos lugares formaban parte de proceso de preparación de hilados.

Decía que tuve la fortuna de aprender bien, con un pequeño “pero”… no se paraba de caminar durante el turno, la maquinaria así lo exigía porque finalizaba el proceso y había que llevar el producto a otra fase, o bien, fallas propias que lo obligaban a uno a parar la máquina para desenredarla porque se atascaba o se rompía el velo, a fin de restablecer el funcionamiento.

Pero hablemos de riesgos: La Vista, el cambio de temperatura de elevada (29 a 32 grados constantes) y salir al ambiente medio que en contraste resultaba frío. El oído, por el ruido tan elevado y constante, sí llegó a producir sordera en varios compañeros. Los alacranes, dentro de las pacas de algodón, sí eran venenosos y no contábamos con antídotos ¡DURANGO PRESENTE! Las serpientes, hubo algunas de hasta un metro de longitud, como la encontrada en los tróciles.

Aquí un recuerdo que cómo me da risa. Estando trabajando en la peinadora, llegó el momento de limpiar que se hacía con un gancho. Al jalar un montón de desperdicio del algodón dejé al descubierto un montoncito multicolor que se movía, efectivamente eran tres pequeños coralillos, la impresión todavía la conservo. Estaban en el piso a un lado de un “registro” en la trayectoria de una tubería ya clausurada, entendiéndose que la mamá entró los dejó y se fue. Aún sigo pensando dónde estaba la mamá.

También fue venturoso que ahí terminé mis estudios de bachiller en la Artículo Tercero; y la licenciatura en derecho de la facultad de la Universidad Veracruzana.

Tesorero primero y Secretario del Exterior después fueron los logros dentro de la vida sindical en San Bruno. Para quienes prestamos nuestros servicios en la textilera siempre fue un gran orgullo pertenecer a alguna comisión o cargo dentro del sindicato, nuevos aires se atisbaban interrumpidos por el cierre definitivo de la factoría.


Desde la telesecundaria San Bruno, alrededor del ’77, con el ejemplo de mi hermano Ernesto Díaz Villa, empecé a practicar el atletismo bajo la batuta del profesor Federico Hernández Arvizu, de grata memoria y múltiples logros. Vaya un sentido recuerdo a su memoria.


1,500 a 800 metros fueron las competencias en que participó mi hermano, en tanto que yo le entré al medio fondo que son carreras de 5 y 10 mil metros. Me cabe el orgullo de haber conseguido un triunfo frente a una de nuestras glorias xalapeñas, el famoso Héctor “El Chicles” Villanueva, en el estadio xalapeño cuando hice un tiempo de 16 minutos en una carrera de 5 mil metros.

¿Conocen el camino Córdoba – Fortín? Son aproximadamente 18 kilómetros y más o menos 54 minutos, que son los que hice corriendo, contra 600 competidores, consiguiendo ni más ni menos que el tercer lugar. Muy buen resultado para ser la penúltima carrera.

También en otro deporte me cabe el orgullo de haber destacado, fui seleccionado por el futbol de la escuela primaria Mártires del 28 de Agosto de 1924, también en la selección de la telesecundaria, en la que por cierto ganamos el torneo regional, integré entonces la selección estatal de ese ramo y competimos a nivel nacional con no muy buenos resultados. Ni qué decir de la preparatoria Artículo 3°, donde fui seleccionado del turno vespertino y les ganamos a los del matutino, entrándole al torneo regional. Para finalizar como seleccionado en la facultad de derecho.


En equipos fui campeón con el Dukla durante tres años consecutivos y dos alternados en la liga de Coatepec; en la primera libre de la Normal Veracruzana con el equipo del barrio; en la USBI con el equipo Proquiver y en segundo lugar jugando con Casa Blanca. Segundo lugar en el campeonato estatal que se celebró en El Higo, con la selección juvenil Xalapa; Auto Fernández, también con él fuimos campeones en la liga de San Bruno, donde también fui campeón con el equipo San Bruno; con el mismo nombre en la Liga Xalapeña de Futbol. También con el equipo Municipio, que entrenaba Chucho Nava, dentro de la Liga Xalapeña; Unidad de Desarrollo, otra liga, fuimos campeones con veteranos frente a casi puro chamaco. Y no podía faltar el equipo del trabajo, de la PGJ, donde en un torneo interior de la Procuraduría General de Justicia, fuimos campeones.















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