Ignacio Lara Hernández.
El enorme compromiso que Valentín Campa Salazar siempre tuvo con el movimiento obrero y el grado de solidaridad
con que desempeñó sus funciones ante la embestida de las patronales y el gobierno,
quedaron grabadas para siempre en la memoria histórica de la lucha social en
nuestro país. Cada miembro del Partido Comunista de México (PCM) salía a
desempeñar comisiones a muchas partes del país en las que estaban conscientes
de los riesgos que significaban; y no los rehuían. La clandestinidad y la secrecía con que se manejaban los
delegados y partidarios de la Confederación
Sindical Unitaria de México (CSUM), es digno de admirarse. Hombres auténticos que actuaban
con enorme hermetismo y sigilo ante la amenaza de ser descubiertos por los espías
del gobierno.
Esta historia comienza
cuando a mediados de 1930 en una reunión de delegados de varias partes
del país, la sindical Unitaria elige una delegación al Congreso Internacional
Sindical Roja. El destino era la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y su objetivo, estudiar los métodos
de lucha de los trabajadores de esa nación. Es precisamente Campa el que
narra en su libro “Mi testimonio” , su andar por aquellas tierras.
“Integramos la delegación el
camarada Heliodoro Hernández, dirigente activo de la
fábrica textil de San Bruno en Jalapa; el camarada Tereso González, de
la mina El Cubo en Guanajuato; un compañero de apellido Espinoza, obrero
agrícola de El Papaloapan, Oaxaca; Antonio Medina, huelguista ferrocarrilero
que tenía tiempo de trabajar en la refinería El Águila, y yo”.
Paso a paso, Campa narra
cada uno de los incidentes del viaje que llevaron estos cinco obreros desde su
salida del Puerto de Veracruz en el barco Río Bravo, su breve estancia en la
Habana y los 21 días que pasaron desde su salida hasta Bremen. Allí
desembarcaron y enseguida partieron para Hamburgo donde permanecieron por casi
10 días en medio de un ambiente al que Campa calificó de tenso.
“El ambiente en Hamburgo era
sumamente tenso. En el café que frecuentábamos
nos dábamos cuenta de las discusiones tan acaloradas sobre la situación”.
Posteriormente, los cinco
camaradas se trasladaron al puerto
alemán de Kiel y en un barco soviético se trasladaron a Leningrado. Al llegar,
Valentín campa destaca en sus memorias la sorpresa que causaron al llegar al
edificio de la Internacional Sindical Roja.
“Losovski nos recibió, nos
hizo preguntas sobre una serie de problemas y nos expresó su simpatía por las
luchas que se libraban en América Latina. Le causaba viva impresión y movía su
interés el hecho de que todos fuéramos muy jóvenes”.
Pero no sólo los rusos eran
los sorprendidos, para los mexicanos resultaba increíble haber visto una procesión religiosa con el sacerdote
al frente o ver a un alto mandatario del gobierno formado en una fila para
comprar pan. El primero, era un detalle político comunista en relación con la
religiones, y el otro; "un claro ejemplo democrático impresionante".
Al final, Valentín
Campa señala que él regresó a México vía
Nueva York y que aprovechó el retorno para visitar a su familia en Ciudad
Juárez.
“Después de examinar lo referente
al congreso de la Internacional Sindical Roja con los cuadros dirigentes de la
CSUM, aprobamos medidas para informar en reuniones amplias acerca del citado
congreso. En torno a los problemas más candentes se organizaron asambleas muy
concurridas en Puebla y Jalapa”.
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