José Antonio Delgado Gómez.
El pasado viernes, llegué a la casa del
abuelo, como siempre, de gandaya; le dije:
-Güilo (wuilo), saca los chescos y la botana,
ya empieza la Triple “AAA”, luchará tu pariente.
-¿Mi primo El Rufián o sus hijos?”-me
preguntó-
-Nooo, como crees, el otro, El Cavernario.
Deberían de haber visto la cara del Güilo,
con una mirada de inquisidor, penetrante, de esas que fulminan. Siempre me
divierto con él, pero cómo lo quiero al condenadote; soy su sangre, parte de
él, bueno, creo que soy él. Güilo, es una palabra mexicanizada, de hecho se
escribe Wuilo y se refiere expresamente a los becerros cuando nacen y no pueden
pararse en sus cuatro patas, se dice que están wuilas; lo mismo para las patas
de la silla que se han aflojado y se mueven. A la edad del abuelo, sus piernas
ya no responden como en su juventud, si así fuera, créanme, ya sabría lo que es
un gol de campo. La otra versión es la mía, la de Chiripawua, Güilo, se
refiriere a las culebras, no por arrastradas, por el contrario, por lo
zigzagueante, sigilosas, pacienzudas, ágiles, veloces y con un veneno
fulminante, así es el abuelo, con un paso lento y tambaleante llega a uno, con
una calma, quizás desesperante; es ágil y veloz en su pensar y, cual veneno,
cuando habla, zas, me paraliza, no me deja pensar o simplemente calladito me
veo mejor que el mango, eso agradeciendo que no me enseñe sus técnicas
odontológicas.
El abuelo, cual vertiginosa tortuga Ninja, se
inmovilizó frente de mí y me dijo “ mira Anthropornis (1), -achin… eso me sonó
como que creé que soy luchador exótico con maestría en tubo-; nuestro pariente,
El Cavernario, fue un gran luchador a ras de lona, de los limpios, técnico y,
sí, los orígenes de la Lucha Libre en México se remontan a épocas poco
sospechadas. Se dice que este deporte fue introducido a nuestro país durante la
intervención francesa, en el año de 1863.”
No te azotes abuelo, ni te avientes una
filomena o quieras hacerme una Hurraca-rana, porque te puedo recetar una
casita, con un nudo invertido y de paso una desnucadora con quebradora. Hay
mira que mello.-escuintleco en pañales.
Cuando nos subimos al ring, es porque ya
somos profesionales. En la lucha, primero te la parten y después aprendes
partiéndotela. El Fugitivo decía que “…primero te dan duro y luego te enseñan”
-Nel Matusalén, le dije, la Lucha es puro
circo, maroma y teatro. Irónico me dijo – pero a que no te das un tirito con el
tachuela del mascarita sagrada-
En la lucha para aprender tienes que ganarle
a lo mejor, idear tácticas y reinventar; rifarte el físico, los huesos y los
dientes. Sí, efectivamente, la lucha tiene algo de “Circo”, las acrobacias, los lances, saltar de la tercera cuerda, si
le tiemblan a uno las piernitas. “Maroma”,
también, para caer tienes que ensayar a rodarte, a dominar el lenguaje de las
señas para entenderte con tu compañero, aplicar la técnica de las llaves y
contra llaves, el dominio del contrincante a ras de lona y “Teatro”, pos eso depende. La lucha
Libre es demasiado peligrosa, los luchadores somos orfebres, el que mejor
trabaja es el ovacionado, habemos buenos, malos y mediocres. Si estás en el
momento de tu carrera lo peor que te puede pasar es que salgas lastimado; lo
crítico es perder la máscara, la cabellera o una lucha y otra, y otra, ya que
eso reduce tus habilidades, tus méritos, tus recursos, la Money.
Todos los luchadores tienen problemas, son
humanos, tienen familia. La gente, el espectador es de lo peor, ellos, con
gritos, mentadas, chiflidos, te avientan objetos o dinero, con eso te dicen lo
bueno o lo pésimo que eres, pero ese público lo es todo, por ellos los
luchadores dan el 100%, ellos los hacen ídolos, héroes o bestias y la
motivación, la satisfacción del respetable es lo que cuenta; es lo que te dice
en donde estas parado, en la cúspide o en la calle, el público se merece el
respeto; la plaza sea chica o grande son iguales, los luchadores salen a
divertir y ganar. Para las familias mexicanas es el deporte más popular después
del fut bol, hay luchadores de todo y para todos; la gente necesita un desahogo
y la lucha es una terapia. Todos, alguna vez hemos ido a divertirnos a las
luchas; gritamos, mentamos la madre, maldecimos, e incluso exigimos la sangre
de nuestro enemigo, les arrojamos los vasos de refresco, las palomitas, casi
hasta la hermana; pero a ese que está golpeando a nuestro ídolo hay que
aplicarle la Nelson, jalarle los pelos, picarle los ojos y sacarlo del ring.
Pero si vamos con la familia es otro cantar, se siente diferente, nos
comportamos diferente, tenemos que contener el frenesí de los hijos, el nuestro
e incluso, el de la esposa o novia, damas que halagan a los fuertes; jijo del
maiz podrido, eso cala, duele hasta los…
En ese santiamén, la máscara, la cabellera,
la musculatura, la panza pulquera, el sudor e incluso la sombra del que se rifa
el físico, te desplazan. ¿La lucha es Teatro? Pregúntales a los novatos y
profesionales, a aquellos que han salido con cortadas, músculos desgarrados,
huesos quebrados, inválidos e incluso muertos, sí sienten, sí les duele y sí
lloran, hay personas que se indignan porque la Lucha Libre es un Deporte
falseado. Al público no le importa para nada saber si es falseado o no, y
tienen razón; se confían a la primera virtud del espectáculo, de abolir todo
móvil y toda consecuencia: lo que importa no es lo que se cree, si no lo que se
ve.
Sabías que en San Bruno, aquí donde tú vives,
tuvimos un local de Lucha Libre; de que nuestro amigo Pedro Camarillo Hernández
fue un gran luchador, que jamás perdió la máscara con la que lucho como “El
Fugitivo”, que se retiró en 1985; que su hijo Martín, siguió sus pasos y es “El
Fugitivo II” y, uno grande “Chucho Monroy”, maestro del Fugitivo y muchos más,
lástima que falleciera a mediados del año pasado, pero que le sobreviven su
esposa y cinco hijas, él vivió aquí, en la Avenida 28 de Agosto, Un Ídolo, un
Héroe del pancracio que modestamente convivió y camino a nuestro lado y que
muchos lo vieron como un ciudadano del Barrio de San Bruno. Fotografía proporcionada para este blog por el Sr. Pedro Camarillo Hernández.
–Oye abuelo, tú fuiste luchador?
-Claro, “Yo soy el # sin_cuenta, “El
Fanático”, vivo la pasión en carne propia.
(1)
Anthropornis es un género extinto de pingüino que vivió hace entre 45 a 37
millones de años, durante el Eoceno tardío y la parte inicial del Oligoceno.
Alcanzaba 1.7 metros de altura y llegaba a pesar 90 kilogramos. Los fósiles de
esta ave se han encontrado en la isla Seymour en las costas de la Antártida y
en Nueva Zelanda. En comparación, la mayor especie existente de pingüino, el
pingüino emperador, llega hasta 1.2 metros de alto. Enciclopedia Wikipedia.
Fotografía proporcionada para este blog por el Sr. Pedro Camarillo Hernández.
Ya hay dos que defienden la lucha libre, con o sin razón, a ver hasta cuándo salen los futbolistas, los beisbolistas, músicos y demás.
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